Hace unos años, me pasaba algo curioso.
Cada vez que el dinero escaseaba, sentía una especie de vértigo en el pecho.
No era miedo exactamente… era como si algo dentro de mí se contrajera.
Y, sin darme cuenta, empezaba a pensar en estrategias, en horas extra, en “qué puedo hacer para conseguir más”.
Como si el dinero fuera una entidad externa que debía perseguir.
Hasta que un día lo entendí.
El dinero no era el problema.
Era el espejo.
Mi cuenta bancaria solo estaba mostrando mi estado energético interno.
Mi carencia emocional.
Mi desconexión.
Mi falta de confianza en la vida.
El dinero —como todo— es energía.
Y la energía no se atrae, se sintoniza.
Si dentro de ti habita la vibración del miedo, el dinero huye.
Si dentro de ti habita la vibración de la plenitud, el dinero fluye.
Esa es la verdadera alquimia:
no trabajar sobre el reflejo, sino sobre el origen.
No pelear con la sombra, sino encender la luz.
Cuando dejé de buscar fuera y empecé a sentir abundancia dentro —antes de tenerla—, todo empezó a moverse.
Llegaron oportunidades que no podía haber planeado.
Personas que abrían puertas sin pedir nada.
Sincronicidades que parecían magia.
Y no era magia.
Era coherencia.
Moraleja:
La realidad no se transforma actuando sobre los síntomas, sino reprogramando el software invisible que los crea.
Tu mente. Tu energía. Tu vibración.
No hay nada fuera.
Solo proyecciones.
Y hasta que no mires dentro, el espejo seguirá repitiendo la misma escena.
Empieza hoy.
Detente, respira, siente.
Pregúntate:
“¿Qué parte de mí está creando esto que veo?”
La respuesta no cambiará tu cuenta bancaria de inmediato…
pero cambiará la energía que la sostiene.
Y eso lo cambia todo.
– Magus
